Este libro explora la relación entre performance y activismo en Chile como forma de expresión política y participación ciudadana en el período 2010-2020. Desde las movilizaciones estudiantiles del año 2006, los movimientos sociales en Chile se caracterizan por la apropiación del espacio público y el uso político del cuerpo. Esto se hace especialmente visible durante el estallido social de octubre de 2019, donde las artes fueron instrumentos claves como nuevas estrategias de acción colectiva. El activismo artístico en Chile entre 2010-2020 se erige como una forma de ejercer la ciudadanía y fortalecer la diversidad de identidades culturales.
Desde una mirada interseccional y feminista, este libro es una invitación al estudio y la reflexión sobre la dimensión estética y política de la performance y su potencial de instituir justicia y reparación simbólica.
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